martes, 19 de enero de 2016

UN POEMITA A LA NIÑEZ

Reflejos que no se adormecen
del niño que un día fui
son esos reflejos del alma
de momentos que viví
entre besos de mi madre
que me hicieron tan feliz.

Cuando la desdicha aflora
en mi corazón de adulto
recurro a esos recuerdos
concediéndome el perdón
de los errores pasados
y alegrar mi corazón.

Que haría sin los reflejos
de mi niñez milagrosa...
la vida se me hace hermosa
recordando ese cariño,
que mi madre iba plantando
en mi corazón de niño.

Este reflejo de ahora
en mi dulce corazón,
no es mi merito señora,
es merito de esa ilusión
con que mi madre me criara
con amor y devoción.

Sufrí de calamidades
dificil de superar...
una mirada interior
y me vuelvo a levantar
por que veo ese reflejo
que en mi corazón está....

Ángel Reyes


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